22.4.09

Cuatro paredes

Estado: ¡Sueño! T_T
Canción: Lacrimosa - Siehst Du Mich Im Licht?


Titulo: Cuatro paredes.
Pareja: Miyavi x Ruki
Resumen: Realmente, no importaba nada si podían estar juntos, aunque fuese sólo un momento.
Dedicado: ¡Nee-chan! *--* es que... ¡Yo lo amo!, aunque quedó raro... iba a hacer algo más romántico, pero no pude. Espero lo disfrutes.


—Apaguemos las luces, y caigamos en la inmoralidad.— susurró de forma sensual en el oído del castaño. —Quítate los pupilentes y el maquillaje.—

Comenzó a besarlo de forma lenta, recostándolo en la cama. Acariciándole el pecho.

—Me hacías tanta falta...— sonreía entre besos. —Me moría por poder besarte. Por decirte “te amo”—

—Yo también...— respondió parándose de la cama.

—¿Dónde vas Ruki?...— preguntó el mayor, mirándolo anhelante.

—Quiero quitarme el maquillaje, la ropa estrafalaria y los ojos de plástico.— respondió, sacándose un luminoso traje de tela plateada. Se quitó la corbata, y con ademanes cansados comenzó a deshacerse el elaborado peinado. Con cuidado se sacó los pupilentes, y fue al baño a quitarse el maquillaje.

—¿Al natural?— sonrió calmado. Demasiado cansado.

—¡Nací hermoso! ¡Al natural no lo soy menos!— respondió narcisistamente.

Miyavi rió de forma graciosa, no negaba ni afirmaba tal hecho. Meterse con la vanidad de Ruki era como meterse con su propia vanidad, algo que no podía aceptar. Minutos después, el castaño regresó a la habitación; el pelo mojado y lacio caía sobre sus hombros, sus ojos volvían a ser de un café tan oscuro que casi podía parecer negro. Su cuerpo desnudo y delgado enfundado en un uniforme de fútbol, que era quizás algo grande para su dueño, hicieron reír a Miyavi nuevamente.

—¿Qué es lo gracioso?— preguntó con actitud huraña. Al parecer, por muy cansado que estuviera Ruki, Takanori estaba más que animado para una pelea verbal... o física, si Miyavi corría con suerte.

—Ah, mi amorcito... ¡No uses mi ropa!— bromeó con toda la intención de tantear que tanta energía traería esa noche el “tierno” vocalista de the GazettE.

—¿Amorcito?, ¿Tu ropa?...— parpadeó varias veces antes de caer en la cuenta, y cuando lo hizo, Miyavi ya había comenzado a desvestirse, quitándose él mismo el maquillaje.

—Andas lento, supongo que no podremos jugar hoy.— suspiró resignado. Besándole la mejilla. Ruki sonrió cansadamente.

—¿Seguro? Porque yo me siento con muchas necesidades está noche Miya.— hizo un puchero, antes de comenzar a morder la punta de uno de sus dedos. —¿Me dejaras descuidado, abandonado, triste, desahuciado...—

—Debería hacerlo... Hoy me hiciste enojar mucho.— lo interrumpió. Ruki abrió sus ojos con sorpresa.

—¡Pero Miya, yo no hice nada!— lloriqueó con actitud infantil.

Miyavi se rió mentalmente por eso. Estaba sólo en bóxer y Ruki traía puesta su peculiar pijama, aunque ... siempre podría quitársela ¿o no?

—Ven Ruki-chan.— jugueteó, cargando a Ruki y besándole el cuello en el proceso. —Yo sólo estaba jugando.— murmuró cuando lo depositó en la cama. —Quiero escapar juntos de aquí... quiero sentir la libertad de amar y el valor de elegir.—

Comenzó a besarle el pecho, ante la atenta mirada de Ruki. Besó sus mejillas y devoró los labios del menor, que apenas logró cerrar sus ojos, esperando que dentro de poco sus ropas salieran volando por la habitación.

—Y besarte cada despertar, tomar tu mano y correr hasta el final del mundo. Que me regales tu vida y yo darte la mía. Ser tu mitad en esto de vivir el resto de mis días.— susurró lamiéndole el lóbulo de la oreja al menor, que comenzó a estremecerse.

—No digas esas cosas... me da miedo oírte hablar así.— murmuró Ruki, cerrando sus ojos, aunque las lagrimas cayeron inevitablemente.

—Está bien...— murmuró, conteniendo la rabia con una sonrisa brusca. —No llores mi pequeño.— más calmado, beso las lagrimas. —No importa si es un secreto... eso me da igual, mientras en estas cuatro paredes seamos libres.—

—Abrázame...— sollozó.

Miyavi abrazó a Ruki, y se quedaron juntos y en esa posición, Ruki lloró durante un rato de forma silenciosa y la rabia estremecía el interior de Miyavi.

—Debo confesarte... que aunque sé que no es correcto, no lo quiero evitar.— con movimientos débiles, Ruki besó al mayor en sus labios. —¡Aquí, justo aquí, que poco nos importe la sociedad, la moralidad, y todas las ideologías!— dijo exaltado.

Miyavi sonrió y sellaron el pactó en un beso apasionado. ¿Qué importaba si fuera de esas cuatro paredes no pudieran tocarse, abrazarse ni besarse?, ¿Qué más le daba que tuvieran que estar separados mucho tiempo y, para hablarse tuvieran que fingir?, ¿Qué más les daba mentirles a todos con respecto a su relación? Ruki sonreía entre los brazos de Miyavi, y éste a su vez sonreía tranquilamente, con su espíritu calmado. No importaba, realmente no importaba tener que mentirle a todo el mundo si podía tener esos instantes de paz.

—Lo único que no es una farsa es el amor que te profeso.— sonrió Ruki.

—Y yo te amo tanto como me amo a mí mismo.— respondió, haciendo reír al menor antes de que ambos cayeran victimas del cansancio. Unidos por la ilusión de un despertar juntos.

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