22.4.09

Playa

Estado: Sueño
Canción: Ninguna de momento...


Titulo: Playa
Pareja: Miyavi x Ruki
Resumen: “Perdóname Ruki, pero no puedo darte algo que no poseo”

Sentado a las orillas del mar, sobre la pálida y fría arena y, mirando un hermoso atardecer que bañaba el cielo de colores rojizos y anaranjados, dándole un aire de nostalgia; se encontraba un joven alto y de cabellos coloridos los cuales estaban meciéndose en el viento. Suspiraba de forma soñadora, y la brisa salina acariciaba su cara de forma rauda y cariñosa. Bajo los lentes ahumados, escurrían lagrimas tan saladas como las propias aguas marinas.

Y, a su lado, se encontraba otro joven de cuerpo menudo, y sólo un poco más pequeño que el que se encontraba sentado. De forma estoica miraba hacia el frente con aire triste y marchito, mirando el cálido atardecer que iba muriendo lentamente en el horizonte. Sus cabellos como el azabache también eran mecidos por el viento salado y, sus piernas temblaban ligeramente, como si el peso fuera demasiado para soportarlo.

—¿No crees que es mejor pensarlo más?— su voz surgió como un murmullo débil, que se perdió entre el eco de las olas al romperse contra las rocas. —Quizás, no es lo más correcto.— calló, y miró de reojo a su compañero.

—No lo creo.— respondió el otro, con duda. —Y, aun si lo fuera, no me echaría para atrás.— terminó, cogiendo arena entre sus dedos, levantando su mano a la altura de sus ojos, viendo como los granos iban volando con el viento.

—¿No lo extrañaras?— preguntó con tristeza.

—Sí, pero...— dudó, antes de seguir. —No seré yo quien lo despierte en las mañanas como un chiquillo pegando gritos; no estaré atrás de él si se deprime; no guiaré sus pasos si se pierde lejos.... Y tampoco volveré a cargarlo cuando no pueda caminar.— y, con un nudo en la garganta, terminó. —Y es que no creo sinceramente hacerle falta.—

El mar rugió con un estruendo furioso que murió al instante, al chocar las olas contra las rocas; la espuma marina corría por la arena en tiernas caricias, mojando en su camino los pies de los dos jóvenes.

—Le harás falta. Más de lo que crees.— las palabras escaparon sin si quiera pensarlas.

—¿De verdad lo crees Uke-chan? Porque a mí me falla la credulidad.— respondió con amargura tiñéndole la voz. —Sé que estará mejor cuando me vaya.— calló por un momento, y ni si quiera el otro habló. Tragando duramente prosiguió con resignación. —Todo seguirá igual en su vida cuando yo salga de ella.—

Por un segundo, Kai quiso llorar aferrándose asimismo, pero no dejo salir ni una sola de las lagrimas cristalinas y, ni si quiera su voz se quebró cuando rompió el silencio.

—Estará triste.— dijo con más firmeza de la que creía tener. —Y tú también lo estarás.—

Miyavi en silencio comenzó a garabatear en la arena. Con letras alargadas y distorsionadas escribía pequeñas frases, todas con un mismo significado grabado: Te amo. Y, cuando la espuma borró aquellas letras dejando sólo bosquejos de letras en la arena, el cantante suspiró, dejando salir nuevas lagrimas.

—Lo estoy, Kai.— respondió con la voz cortada. —Pero me mantengo firme, él estará mejor cuando yo me vaya.—

—¿Por qué?...— preguntó en una exhalación de aire, dejándose caer de rodillas sobre la arena, sus piernas no podían sostenerlo más. —¿Por qué me mandaste hablar a mí para decirme esto?, ¿Por qué sigues escribiéndole frases en la arena que el mar borra... si él ni está aquí?, ¿Por qué Miya-kun?— y, apenas interrumpiéndose para tomar aire, prosiguió. —¿Por qué lo dejas?—

—¿Por qué?— susurró. —Eres quien mejor comprende mis tristezas... porque eres él único que las ha visto.— y, carraspeó para recuperar su voz, que finalmente había comenzado a decaer. —Porque amo a Takanori, aunque él no esté para leerlas; porque yo soy así...— y, sus ojos parecían cascadas y sus mejillas parecían cerezas coloreadas de un tenue carmín.

—¿Por qué lo dejas?, ¡Quieres ser un recuerdo!— preguntó angustiado.

—Porque...— y su voz ahora sonó firme y poderosa, convincente. —No es que yo quiera convertirme en un recuerdo, pero no es fácil sobrevivir a base de sueños. No es no quiera estar con él en todo momento...— y, aunque las lagrimas nunca dejaron de caer, Miyavi no veía a Kai y tampoco al horizonte que ya estaba oscurecido, con estrellas brillando. No, él veía más haya de todo eso; su mente enfrascada en los recuerdos de su vida con Ruki. —Pero no podemos... Ya no.— Kai lo miraba con aprensión.

—¿Por qué?— repitió con la voz furiosa.

—Sabes, siempre le creí. Creía firmemente que, un día, él podría verme a mí realmente.— Kai lo miró sin comprender. —Pero ese día nunca llegó, y no importaba que hiciera para que Takanori al levantar la vista y posarla en mí, me viera... Porque él me miraba, pero siempre veía a alguien más.— suspiró. —Yo, no importa si lo amo demasiado, no puedo vivir bajo la sombra de alguien que nunca va a desaparecer... Porque me duele más estar cerca de él y oír el nombre de alguien más en vez del mío salir de sus labios entre sueños que simplemente no estar a su lado.—

Y entonces, la comprensión invadió a Kai como si fuera un virus, y se instaló en su mente y en su corazón, golpeándolo con una fuerza tan abrumadora que su angustia lo llevó hasta las lagrimas. Lloraba porque Ruki a pesar de los años no superaba su ruptura con Uruha; lloraba porque el corazón puro de Miyavi, el cual nunca antes había sido entregado a tal grado, ahora estaba resquebrajado en miles de fragmentos, le dolía; y lloraba por haber sido ciego y no ver aquello, dejando que ambos se lastimaran.

—Yo haría cualquier cosa por Ruki; cualquier cosa si lo hiciera reír... y, entonces, ¿te das cuenta que me volví menos egoísta por estar a su lado?— río con amargura. Pero no se detuvo. —Mi egocentrismo quedó de lado cuando comenzamos a salir, incluso mi amor propio ha quedado mancillado, y, ¿ves mi corazón Kai?, ¿dime, dónde está mi corazón?— sollozó. Y cuando vio que Kai iba a interrumpirlo, agregó rápidamente —No puedes decírmelo porque ni si quiera yo sé donde ha quedado.—

—Perdóname Miyavi...— lloró, y sus ojos vestían de tristeza y agua salada salía de ellos, y su cuerpo temblaba como si muriese de frío, y el agua del mar seguía mojándolos como si deseara consolarlos. —Debí saber... ¡Yo debí hacer algo!—

—Déjalo Kai, y no te culpes.— consoló con un dulce tono. —Siempre le concedí cualquier capricho a Ruki, y aún ahora lo haría. Sí, lo mimaba demasiado pero...—

—¿Pero?...—

—Tú me preguntaste, ‘¿Por qué lo dejas?’, y yo te respondo... Lo dejo porque, aunque siempre le he dado todo lo que desea, esta vez... yo no puedo concederle que regrese con Uruha-san... — su voz se quebró de improvisto, y él no hizo nada para remediarlo. —No, está vez no puedo darle lo que no tengo.—

Kai gateó sobre la arena y abrazó a Miyavi con fuerzas, éste apenas correspondió al abrazo, ambos sumidos en un mar de lagrimas, ambos sintiendo que habían fallado.

—Perdóname Miyavi-san...— una tercera voz los congeló a los dos. —Perdóname por haberte lastimado y por nunca verte.— decía con una mirada triste. —Sé lo que sientes... pero...—

—Está bien Ruki-san... tú nunca me prometiste amarme, ¿verdad?— sonrió, aunque al estar de espaldas al menor éste no lo vio. —¿Te puedo pedir tres favores? Como despedida.—

—Pídelos... —

—Por favor, se fuerte ahora que no estaré a tu lado.— comenzó. —Por favor, sigue igual de lindo conmigo cuando nos crucemos en los pasillos de la disquera.— y, con voz firme terminó. —Por favor, no te culpes de nada y no llores por mí.—

Ruki contuvo sus lagrimas, decidido a cumplir el tratado. Miyavi y Kai se levantaron de la arena con las ropas sucias y húmedas; Kai agachaba la mirada, sintiendo que estaba de más en ese lugar... Miyavi avanzó hacia Ruki y lo tomó de los hombros.

—Una última cosa...— dijo, quitándose los lentes de sol, mostrando sus ojos enrojecidos, tristes y demacrados. —Por favor, un último beso, aunque eso termine de romperme.—

Ruki lo abrazó del cuello, y unió sus labios con los de Miyavi, éste lo abrazó de la cintura y comenzó a guiar el beso, todo desapareció alrededor, y sólo quedaba el sentimiento de futura nostalgia; y cuando el beso terminó minutos después, Miyavi tomó el camino contrario al de Ruki.

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