25.5.09

Cap3.- Las páginas del Diario

Niimura abrió sus ojos impresionado, ¿acaso Murata escribía un diario de vida? Nunca lo hubiera imaginado, aunque claro, no lo conocía de nada como para imaginarse algo sobre él de todos modos.

Comenzó a leer, quizás ahí encontraría algo que lo ayudara en su misión.



24 de Mayo, 2009.

Te haré gozar... te haré sufrir... me necesitarás.

“Eso me dijo la primera vez que estuvimos juntos, en ese entonces realmente no lo creí. Pero ahora es una realidad demasiado fuerte. Lo necesito. Le hice el mayor daño posible, gozamos juntos del dolor que nos producíamos… pero sólo yo lo necesito a él.

Hokkaido ahora sólo es uno de tantos recuerdos. Estoy firme en este lugar, pero inconscientemente sigo temblando… Mis memorias no pueden desaparecer y volver a crearse de forma rápida, ¿verdad? En medio de todo, miró al cielo y sigo preguntándome, ¿Cómo estarán ellos sin mí? No soy el centro del mundo… pero al menos podrían hablarme y preguntarme cómo estoy.

Madre, padre ¿es esto lo que deseaban para mí? Supongo que sí, después de todo ahora es mi realidad. Miro a mí alrededor y estoy solo en medio de un gran mar de gente desconocida… No, ya no.

Hiyashi Yasunori es una persona alegre y agradable. Su compañía me pone tranquilo. Él dijo ‘seamos amigos’ entonces, ¿está bien si le doy una oportunidad? Justo ahora, quiero creer en eso.

La escuela es aburrida, demasiado fácil. Los maestros son iguales donde quiera que vaya, ¿cuál es la diferencia de venir hasta aquí a estudiar? Sigo sin entenderlo.”


Niimura dio un ligero bostezo, y se reacomodo en su lugar, comenzaba a tener sueño. La forma en que Murata escribía era confusa y le costaba entender algunas cosas.

—“Te haré gozar, te haré sufrir, me necesitarás”… Eso suena muy sadomasoquista. — murmuró, releyendo la primera frase de la página. — Por lo que dice ahí, ¿debo asumir que le gusta el maltrato? — sonrió ligeramente, eso se le hacía tan interesante.

Su mente analizaba con avidez todo lo que acababa de leer, estaba emocionado y extasiado. Se sentía como un niño con un juguete nuevo e increíble en sus manos. Desgraciadamente, todos los juguetes que Kyo solía tener terminaban rompiéndose de una forma en que no podían ser reparados.

Niimura cambió la página, abriéndola en una al azar.







15 de Febrero, 2009

Del dolor nació el amor.

“Faltan pocos días para mi cumpleaños y todos actúan de forma rara. Quieren darme un regalo que me haga muy feliz al parecer. Kohta está especialmente ilusionado, incluso pareciera que es su aniversario, no deja de decir: ‘Onii, este año sí tengo algo que amarás.’

Nunca entenderé porque tanto alboroto, pero ellos son felices así.

Hoy él me dijo eso, ‘Del dolor nació el amor’, justo antes de asfixiarme. Sólo fueron diez segundos, pero sentí que iba a morir, literalmente. Había olvidado el inhalador, cosa que ya es costumbre, él se asustó cuando supo aquello.

— ¿Acaso quieres que te mate Shinya? —

Fue lo que me dijo. ¿No era eso lo que él intentaba hacer sin habérmelo preguntado antes? No lo entiendo. Llevó meses haciéndome aquella pregunta, ¿Quiere matarme? Pero no es su respuesta lo que me perturba, si no mi nula oposición.

Sus palabras se siguen repitiendo en mi cabeza como un zumbido. ¿Quiero que me mate? En este punto, y por todo lo que ha sucedido en estos siete meses, he llegado a la conclusión de que yo quiero cualquier cosa que venga de él, incluso mi propia muerte.”


Cuando Niimura leyó aquello sintió que su estomago se revolvía de la simple emoción. Nunca en sus quince años de vida había conocido a nadie con tanto desapego a su existencia.

Hasta el momento, llevaba descubiertas cuatro cosas importantes: Uno, Murata Shinya tenía un hermano menor llamado Kohta. Dos, parecía que tenía tendencias al sadomasoquismo. Tres, era asmático. Y cuatro, su vida tenía un valor relativo.

Decidió seguir leyendo aunque pasaba ya de la medía noche, después de todo Kaoru estaba dormido, y su padre y Hide estarían demasiado ocupados como para ir a cerciorarse de que él estuviera durmiendo.



23 de Febrero, 2009

Ya casi.

“Son las diez, en dos horas será mi cumpleaños. Hoy no lo vi, eso realmente me desilusionó. Falte a las clases de en la tarde sólo por ver si estaba, pero no fue así.

Madre está preocupada por mí, dice que me encuentro raro. Yo me preguntó si se acaba de dar cuenta de ello. Debo aprender a mentir mejor. Mis amigos no han dicho nada, pero están nerviosos, ¿será por las fechas o por los exámenes?

Mis ideas están confusas, yo estoy confuso. Siento como si estuviera drogado. El dolor se ha vuelto una droga, él es su vendedor y yo el consumidor que no puede ni quiere dejarlo pese a que sabe que, en algún momento, llegara el frío final.”




24 de Febrero, 2009.

La mosca en la telaraña.

“Finalmente el día llegó. Mis padres lucían una sonrisa demasiado aterradora por lo real que era. Incluso sentí escalofríos. Kohta me despertó al grito de: ‘Onii, ¡Mira tu obsequió!’ Y sí, me encantó. Era una tortuga, pequeña y verde, simplemente me encantó.

En la escuela todo fue normal, mis amigos se abalanzaron sobre mí como cada año, e hicimos lo mismo de cada año. Pero… Después del segundo receso me encontré con él, me sonrió y tuvimos una charla demasiado interesante.

— Feliz cumpleaños, Shinya. — me dijo.

—Uhm, sí. Gracias. — conteste, aturdido.

—Tu regalo, ¿puedo dártelo aquí mismo? — casi gimió en mí oído.

—Supongo. —

—Sólo evita gritar demasiado. — dijo, justo antes de meterme a uno de los cuartos de intendencia.

Fue algo que no puedo terminar de entender. Me dolió demasiado. Cuando salí de aquel cuarto no podía sostenerme en pie, mi cuerpo era demasiado pesado. Casi tuve un ataque, pero contradictoriamente, a pesar del dolor, lo había disfrutado.

Estuve el resto del día en enfermería. Sólo sé que terminé odiando el olor a sangre y que el alcohol me marea. Tardé mucho en llegar a mi casa, pero esta vez fue un alivio que mis padres no estuvieran, si hubieran visto como llegue ¿se abrían asustado o asqueado? Quizás ambas.

Kohta tampoco estaba, eso me hizo bastante feliz. Mentirles a mis padres es malo, pero nunca me da remordimientos. Mentirle a Kohta me hace sentir miserable.

Me duele sentarme y caminar, me duele moverme. Me duele hablar. Me arde el cuerpo y las marcas en el no se irán fácilmente.

Me siento como una mosca atrapada en una telaraña. Pero, las moscas luchan para liberarse, ¿acaso soy un bicho demasiado raro? Estoy atrapado entre sus redes de mentiras y sus acciones violentas, pero no deseo escapar. Aquí me siento cómodo y vivo.”



Niimura estaba emocionado, impactado y sentía que su corazón se aceleraba. Definitivamente había encontrado lo que tanto había buscado. Un nuevo juguete. Sólo había un problema, Kaoru se negaba a dárselo.

— Aunque pensándolo bien, desde hace unos meses que nii-san está raro. Murata Shinya tiene dos días en la escuela y nii-san no nos deja acercarnos a él cuando antes ya incluso habríamos decidido quien se lo iba a quedar…— Se dijo asimismo.



15 de Mayo, 2009


Todo tiene un final… ¿O tal vez no?

“Ya diez meses de haberlo conocido y todo ha terminado. Me iré a Kyoto en cuestión de días.

— Eso es algo enfermo hijo. —

Mi madre lloraba cuando dijo aquello. Me estaba viendo a mí, sin asco, sin miedo pero con dolor y angustia.

No recuerdo que dijo mi padre, ni que le contesté… Sólo sé que estaba molesto en ese momento y dije cosas sin pensar.

Padre, madre, ¿cuántas veces los herí sin quererlo? Aquellos errores que no puedo remediar, aquellas palabras que no pueden ser borradas.

¿Él pensará algo así cada vez que me mira? Me gustaría pensar que, cuando él me observa ir a algún lugar, piensa en disculparse.

Hoy, sucedieron cosas extrañas, y lo estoy escribiendo sin un orden o lógica.

Hoy lo llamé por su nombre y él sonreía con orgullo, eso fue algo que no entendí, pero interiormente me sentí bien.

— Taka, ¿Eres feliz así? —

— ¿Así?, Cuándo estoy contigo soy feliz. —

— ¿De verdad? —

— Sí. ¿Tú eres feliz Shinya? —

—Lo soy. —

—Entonces no hagas estas preguntas. —

Fue una conversación bastante común, pero nunca antes le había llamado por su nombre. Taka. Se siente bien oír su nombre de mis labios, ¿pensará él lo mismo? A veces me pregunto si piensa en mí. Si obtuviera una respuesta positiva sería aterrador.

Regresando al tema de mis padres, no sé como averiguaron esto. Deseo saberlo, necesito saberlo. No importa cómo ni en dónde esté, yo voy a averiguar cómo se enteraron de nuestro secreto, y cuando lo haga… el chismoso pagara un alto preció."



Había más páginas por leer, pero todas eran viejas, ya había leído las más recientes. Pero Niimura era una persona demasiado curiosa para su propio bien, deseaba saber más, mucho más. Pero ya era tarde, estaba cansado, lo mejor sería dormir, mañana sería un nuevo día.

Guardó el diario en uno de sus cajones bajo llave. No importaba si no era suyo, porque en un futuro cercano su nombre sería el protagonista de aquellas hojas.



Mientras tanto en otra parte de la ciudad, un joven buscaba con desesperación aquel cuaderno. Su expresión lucía desquiciada y aterradora.

— ¡Dónde diablos está! — gritó, aventando los libros de un estante al piso.

Comenzaba a perder la paciencia. Lanzó cuadernos y libros, álbumes de fotos, discos y DVDs al piso. El cuarto se había vuelto un caos, y de rodillas en el piso se encontraba Murata con la cara desencajada, moviendo las cosas que estaban tiradas en un desesperado intento de encontrar aquel cuaderno.

El teléfono sonó, y en medio de la oscuridad del cuarto Murata lo cogió con brusquedad.

— ¡Qué! —

— ¿Hijo? — la voz desconcertada de su madre lo molestó aun más, no deseaba oírla.

— Dime madre…— murmuró más por obligación que por verdadero deseo.

— ¿Cómo estás? — le preguntó de forma cálida la mujer.

Murata sujetó el teléfono con fuerza, se despegó el auricular y mordiéndose los labios, colgó aquella llamada. No estaba listo para hablar con sus padres de forma cordial y civilizada. Y menos en aquella situación tan critica.

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